El fusil de Antón
Con la confianza quebrada, regresó a la cabaña. Había salido con la
excusa de ir a cazar, para volver y sorprenderla. Una serie de encuentros, que
no pudieron ocultar su propósito de mensajería, provocaron en Olga desasosiego.
Ansiedad que no consiguió o no quiso ocultar. La actriz no soportaba la vida de
aislamiento que le ofrecía Antón, necesitaba el bullicio de la ciudad, sus
amistades, y a Konstantín, su maestro y real amor.
Antón cruzó la puerta de ingreso, dejó el fusil sobre la
chimenea, se dirigió a la habitación, no entró, a través de la puerta escuchó a
los amantes. En un instante todos sus miedos se hicieron realidad, todo el amor
que le profesaba se transformó en rencor, llanto, odio, gritos contenidos que
no rompieron el silencio. En un momento prevaleció el amor, luego el odio,
luego el amor. Esta bipolaridad sentimental terminó por convencerlo de que lo
mejor era salir, retirarse, dejar que ame a quién elija, no podía obligarla a
ser su mujer. A pesar de su decepción, optó por retirarse. Luego volvería a
buscar sus cosas y marcharía a San Petersburgo.
Sumido en sus emociones, buscó la salida. Al pasar frente a
la chimenea vio el fusil. Se detuvo y pensó: hice la regla, debo cumplirla. Tomó el rifle y decidió terminar
esta historia.
LUIS HÉCTOR GERBALDO
Nota: Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí.
Antón Chéjov
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